"La lección y "el porvenir."
Por Sebastian Ortiz.
Dos artículos editoriales aparecidos hace unas semanas en el tradicional órgano de prensa de la oligarquía terrateniente argentina, el matutino La Nación, llaman explícitamente a la oposición política local a instrumentar las medidas necesarias para realizar un golpe institucional que termine con el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner.
Esto no es nada nuevo, pero sí es destacable que el llamado sea explícito.
Debemos tener en cuenta que este órgano de prensa nutre de análisis e ideas a las capas dirigentes de nuestro país, en todos los órdenes (empresarial, político, cultural, periodístico, militar, religioso, etc.). O dicho en otras palabras, es el órgano de prensa por el que la oligarquía terrateniente argentina transmite las directrices hacia las capas gerenciales en todos los órdenes. No es un agitador de masas (no es Clarín), por lo tanto su “bajada de línea” es más explícita, ya que no tiene que convencer a nadie. Quien lo lee, en general, ya está convencido. A través de sus páginas no se “agita”, sino que se dirige.
El otro elemento a tener en cuenta es que ambos artículos son de carácter editorial: el primero de ellos, a través de la pluma de Joaquín Morales Solá, aparece en la tapa del diario. El segundo, en la tradicional columna editorial del diario, a cargo del editor general del mismo. Veamos.
Primera Editorial.
La Nación, 2 de febrero de 2010
Lo peor está por venir
Joaquín Morales Solá
LA NACION
"Sólo un profundo cambio de gabinete y de métodos podría despejar el camino hasta 2011." La frase, seca y fatalista, pertenece a un kirchnerista descontento, que son los únicos kirchneristas que existen ahora. La tan inútil como grave crisis del verano desenmascaró a un gobierno estéril y a una sociedad maltratada. Ninguna perspectiva es buena cuando esa mezcla es el resumen que prevalece entre tantos culebrones simultáneos.
El conflicto sólo ha empezado: la Justicia funciona a pleno desde esta semana, después de la feria de enero, y el Congreso comienza a desentumecerse por los preparativos del período de sesiones ordinarias que se abrirá el 1º de marzo. La enorme crisis de enero contó, a pesar de todo, con apenas un puñado de jueces y con otra pequeña porción de legisladores. Lo peor está por venir.
Contra todo lo que se prometió, el gobierno de Cristina Kirchner será reconocido en la historia como uno de los períodos de mayor desdén institucional.
Su marido no fue mejor que ella, pero él pudo disimular su indiferencia institucional envuelto en una situación política y económica más benévola. De hecho, Néstor Kirchner es corresponsable de los manejos y desmanejos actuales. Aislado del mundo y de la sociedad, de la política y de los partidos, el matrimonio presidencial prefiere gobernar atufado en Olivos, en compañía de una pequeña corte de incondicionales. Mucha información no llega hasta ahí.
¿Es Néstor Kirchner el autor intelectual de tantos estropicios? Lo es, pero eso no exculpa a Cristina Kirchner. Ella es la principal responsable de la conducción del Estado y no carece de experiencia política ni institucional. "Después de todo, es una señora de 57 años que tiene 20 años de experiencia legislativa en la Nación", desliza un antiguo amigo de ella y de él. Quizás su error haya sido llevar al Gobierno los códigos familiares: él es el jefe de la familia y también el líder último de una fracción política, en la que milita la Presidenta. Cristina no supo, en todo caso, separar la familia y la militancia de las cuestiones del Estado.
Pero ¿es la Presidenta distinta de su marido? Definitivamente, no. Ya como senadora era célebre en la Cámara alta por sus gestos autoritarios, por su arrogancia y por su escasa vocación para entender al otro. Hay una concepción común en el matrimonio que salió a luz diáfanamente en los últimos días: los Kirchner confunden la propiedad privada (la de ellos) con la del Estado. La República es sólo una ausencia en el universo de sus ideas.
En medio de esa confusión, los límites suelen desaparecer con frecuencia. Ningún presidente de la democracia empujó y destrató tanto a un vicepresidente como Cristina Kirchner. Ningún presidente echó de manera tan destemplada al jefe del Banco Central porque éste se hubiera negado a convertir las reservas nacionales en una cuenta corriente a nombre del matrimonio gobernante. Ningún otro presidente hizo de la urgencia de un capricho una razón de Estado. ¿Por qué la Presidenta quería ya la transferencia de las reservas?
Los Kirchner dicen que Julio Cobos, vicepresidente y líder opositor, es una situación extraña en la política. Algo de eso es cierto. El centro del problema consiste, sin embargo, en que la pareja gobernante no entendió nunca que Cobos era un aliado y no un soldado; menos comprendió que todas las personas cuentan con el derecho a tener una opinión propia. ¿Hubo algún intento amable de reconciliación con el vicepresidente por parte de los Kirchner? No. ¿Existió algún gesto para atraerlo sin sermones ni empellones? Tampoco.
El peor error político del matrimonio en su mala hora es la obstinación en transformar en mártires del antikirchnerismo a quienes pastaron y progresaron en sus praderas otrora fértiles. Martín Redrado no es un santo de la resistencia; por el contrario, debió tener en su momento más rigor económico que cintura política para administrar el Banco Central. Pero fijó un límite. ¿Cómo negarle ahora que contribuyó en las semanas recientes a instalar una idea de la vital independencia de la autoridad monetaria y a preservar las reservas nacionales de la necesidad política de los que mandan? Esos casos de antiguos aliados devenidos en populares opositores actuales son sólo ejemplos iridiscentes de muchos otros.
Ni aun la probable recuperación económica de 2010 podría traerles buenas noticias políticas a los Kirchner. Toda reactivación comienza por beneficiar a los sectores medios y altos de la sociedad (donde está el más grande y tenaz foco de oposición al kirchnerismo), mientras los sectores bajos seguirán sufriendo, como todos los argentinos pero con más furia, los estragos de la inflación. Inflación, imprevisibilidad sobre las cuestiones más elementales de la vida cotidiana y desorden del espacio público son los condimentos de una sociedad que ha perdido cualquier noción de la calidad de vida. Los enredos de la lejana política le son directamente indescifrables.
Oportunidades
El kirchnerismo es la prueba práctica de que algunos países no pierden nunca la oportunidad de perder una oportunidad. No quedó nada del período de mayor bonanza económica desde la década del 40, que cubrió gran parte de los cuatro años de Néstor Kirchner. La Argentina es uno de los países latinoamericanos cuya economía cayó más durante 2009 (mucho más que Brasil y Chile) y los Kirchner sólo dan manotazos a recursos ajenos desde que comenzó la retracción mundial. Estatización de fondos de pensión, confiscatorias retenciones agropecuarias, sustracción de las reservas nacionales, divagaciones para apropiarse de la renta petrolera y de la liquidez de los bancos constituyen ahora la política para restablecer falsamente aquella época de bonanza.
A Cristina Kirchner le quedan casi dos años de mandato. Será un período difícil y demasiado arduo si no cambiaran las personas del gabinete, los modos de gobernar y el sistema de toma de decisiones. Aníbal Fernández no pudo cumplir con ninguna de las promesas que hizo cuando llegó. Se limitó a ser lo que ya era antes de ser jefe de Gabinete: un vocero atrevido e irreverente de las peores políticas oficiales. Amado Boudou comprobó que el sentido común y la férrea disciplina hacia los Kirchner son una contradicción. Se quedó con la disciplina y es ahora un ministro desgastado. Jorge Taiana sólo barnizó de grisura la inexistente política exterior. Ellos son sólo los casos más pintorescos de un gabinete que íntegramente perdió músculos y nervios.
La propia oposición no podrá resignarse por mucho más tiempo a la opción entre lo malo y lo peor en la que la colocó el kirchnerismo: o es desestabilizadora para el Gobierno, si ejerce con plenitud su función, o es impotente ante los ojos de la sociedad, si no lo hace. En ese contexto de inopias y desolaciones, el Gobierno debe apagar aún el inservible fuego de bosque que encendió cuando el verano ya ardía.
Dicho de otra manera...
- Hay un “gobierno estéril” (en el sentido de inútil, o sea, que no sabe qué hacer) y una “sociedad maltratada”.
- El Congreso y la Justicia son los nuevos ejes opositores. Recién comenzaron a actuar. Ahora van a ir con todo. “Lo peor está por venir”.
- El gobierno de CFK es el de mayor “desdén institucional”.
- Quedan 2 (dos) años de mandato de CFK. Es demasiado tiempo a no ser que cambie, y no está dispuesta a cambiar.
- La oposición está en una encrucijada: o es “impotente ante la sociedad” (es decir, o no sirve para nada), o “ejerce con plenitud su función” y destituye al gobierno de CFK.
Segunda Editorial.
La Nación, 2 de febrero de 2010
Editorial I
La lección de Honduras
Una vez que el país sea reincorporado en la OEA, la región deberá evaluar una nueva doctrina para evitar encrucijadas similares
Porfirio Lobo Sosa acaba de asumir la presidencia de Honduras. Se ha cerrado así, después de siete meses, lo que en el acto de juramento, en el Estadio Nacional, en Tegucigalpa, el nuevo mandatario calificó de la peor crisis en la historia democrática del país.
El golpe militar del 28 de junio de 2009, que puso en pijamas en Costa Rica al presidente Manuel Zelaya, se había cerrado, en realidad, antes de ahora y, por lo tanto, antes de que la ciudadanía hondureña votara en elecciones incuestionables en favor del candidato del Partido Nacional. Ha llegado, pues, el momento de revisar con más detenimiento algunos datos centrales de todo lo ocurrido y de los cuales se prescindió más de la cuenta en medio de una corriente que dejó a Honduras aislada del concierto internacional.
Al cabo de las primeras vacilaciones del gobierno de Barack Obama, los Estados Unidos estuvieron entre los primeros en comprender la complejidad del caso hondureño y las dificultades para tratarlo como derivación de un clásico golpe militar. Han sido también los Estados Unidos los primeros en anunciar que se disponen a trabajar junto al gobierno de Lobo Sosa por el fortalecimiento de la democracia hondureña y el alivio de las penurias de un pueblo que, después de Haití, ocupa el segundo lugar, en América latina, en nivel de pobreza. Honduras ha dicho que a raíz de las sanciones que le fueron impuestas ha dejado de percibir 2500 millones de dólares en ayuda internacional.
El ex presidente Manuel Zelaya no se acogió a la amnistía dispuesta por el Congreso hondureño a raíz de las eventuales responsabilidades por el acto que lo depuso, pero aceptó la intervención del nuevo gobierno para facilitar su instalación en la República Dominicana y abandonar de ese modo la embajada de Brasil en Tegucigalpa. Allí estuvo cuatro meses después de haber reingresado clandestinamente en Honduras, siempre con el curioso sombrero de cowboy .
Todos esos capítulos han hecho olvidar un tanto que el golpe militar fue la derivación inmediata de una gravísima rebeldía del entonces presidente hondureño. Rebeldía de Zelaya frente al Congreso, rebeldía ante el Tribunal Supremo de la Nación, que lo había conminado a dar marcha atrás en un referéndum inconstitucional, concebido para autorizarle a ser candidato en las siguientes elecciones presidenciales.
Si hay un país en el mundo con cláusulas pétreas en la Constitución, referidas a esa materia, es Honduras. Dice el artículo cuarto: "La alternabilidad en el ejercicio de la presidencia de la república es obligatoria. La infracción de esta norma constituye delito de traición a la patria". Y el artículo 239: "El candidato que haya desempeñado la titularidad del Poder Ejecutivo no podrá ser presidente o designado. El que quebrante esta disposición o proponga su reforma, así como aquellos que lo apoyen directa o indirectamente, cesarán de inmediato en el desempeño de sus respectivos cargos, y quedarán inhabilitados por diez años para el ejercicio de toda función pública".
Al deponer a Zelaya, el Ejército actuó, aunque mal, con la espontaneidad de la fuerza pública ante una violación flagrante de la ley. Además de las instituciones de la república, la obcecación de Zelaya por buscar la reelección negada por la Constitución había movilizado en posición adversa no sólo a la entonces principal fuerza de oposición, el Partido Nacional, sino al liberalismo, su propio partido.
La mejor lección de la dolorosa encrucijada que padeció Honduras ha sido la reacción mundial en nombre del respeto por el orden constitucional. En adelante, ese ideal, que ya figura en términos prácticos en los compromisos políticos del Mercosur, debe ser perfeccionado aún más.
Sanción para los golpes militares. Sanción, también, para los gobernantes civiles o militares democráticamente elegidos que, al ignorar la independencia y facultades constitucionales del Poder Judicial, el papel del Congreso en una república y el sagrado derecho ciudadano a la libertad de expresión, se arroguen, como vulgares dictadores, la suma del poder público. Una y la otra; no sólo una. De lo contrario, más que principios, habría una farsa; más que coherencia, lagunas disparatadas del derecho y la diplomacia internacional.
Cuando la Organización de los Estados Americanos (OEA) disponga, como corresponde, la reincorporación de Honduras en la plenitud de su representatividad, debería abrir un debate a fin de reflexionar sobre esa una nueva doctrina. Habrá de suponerse que al secretario general de la organización, José Miguel Insulza, tan activo en el caso que acaba de cerrarse, no le incomodará hacerlo, por más que esto irrite a Hugo Chávez y sus émulos. Algún precio deben pagar ellos por la lección de Honduras.
En otras palabras...
- Honduras fue un globo de ensayo. Hay que sacar las conclusiones pertinentes: aprender “la lección”.
- Un golpe, aunque esté mal, es justificado cuando un presidente se rebela contra el Congreso y contra la Justicia. Es la fuerza actuando, porque “se violó la ley”.
- Los presidentes que se rebelen contra el Congreso y la Justicia (garantes, por su independencia, del “orden constitucional”) deben ser sancionados. Conclusión; debemos usar la fuerza, sabiendo que después habrá que sancionar a los golpistas. Es un sacrificio al que la Patria convoca.
- Esto debe ser garantizado por los organismos internacionales como la OEA. Se necesita de una fuerza internacional para frenar a “Chávez y sus émulos”.
Si suena descabellado que tal cosa pueda suceder en la Argentina, sobre todo teniendo en cuenta el aparente alejamiento del Partido Militar de la política doméstica, sólo debe recordarse que hace menos de dos semanas, el ex presidente Eduardo Duhalde llamaba al uso de las Fuerzas Armadas para resolver conflictos internos. Nótese, además, la coincidencia en el hilo argumentativo de las declaraciones realizadas por Duhalde al diario La Nación 14 días antes de que aparezcan, en este mismo matutino, los editoriales ya analizados.
Primero.
La Nación, 20 de enero de 2010
"La salida a la crisis es la reconciliación"
El ex presidente Eduardo Duhalde afirmó ayer en San Salvador que la presidenta Cristina Kirchner es la que tiene "menor consenso en toda Sudamérica".
En medio de una escala de regreso de su visita a los Estados Unidos, Duhalde destacó ayer que "Cristina Kichner es la presidenta de menor consenso en toda Sudamérica y es una lástima porque había consensos antes de comenzar este ciclo de peleas", según consignó un cable de la agencia EFE.
"La Argentina anda de enfrentamiento en enfrentamiento en el plano nacional como en el plano internacional", consideró Duhalde.
A su juicio, "es evidente" que la Presidenta "tomó como modelo" a Hugo Chávez, y atribuyó a esta posición "todo ese enfrentamiento con todos los sectores importantes de la vida nacional", entre los que citó la oposición y la Iglesia.
También Duhalde advirtió que se "humilla" a las Fuerzas Armadas argentinas de hoy "por lo que hizo el Ejército de los 70", lo que, según opinó, "es un gravísimo error".
Al hablar de la crisis institucional desatada en el Banco Central, el ex presidente señaló que "éste es otro enfrentamiento por no entender que hay organismos que le son autónomos, que están separados; tanto la Justicia, con la que también está teniendo problemas, tanto el Parlamento, con el que también está teniendo problemas".
Para Duhalde, la salida que tiene el Gobierno para salir de la crisis es la "reconciliación" entre los argentinos. "Nos debemos los argentinos una reconciliación y replantearnos, con un verdadero consenso, las cosas que estamos haciendo mal", aseguró y pidió volver a "un gobierno de consenso" como el que, a su juicio, propuso al asumir el poder en enero de 2002, tras la renuncia de Fernando de la Rúa.
Y seis días más tarde, La Nación y Duhalde insistían:
La Nación, 26 de enero de 2010
Duhalde reclamó por las FF.AA.
El ex presidente exigió que el Gobierno no las "humille"; sugirió que los militares se ocupen de la inseguridad
De la crisis en el Banco Central a una interna en el PJ contra Néstor Kirchner, pasando por la conveniencia o no de que Julio Cobos deje su cargo. Eduardo Duhalde regresó ayer a escena con una batería de declaraciones sobre todos los temas de la agenda política. Pero la más resonante de sus definiciones fue un airado reclamo al Gobierno para que "no humille a las Fuerzas Armadas", y sugirió que ponga a los militares a colaborar en la lucha contra la inseguridad.
"Pienso que se humilla a las Fuerzas Armadas de hoy. No estoy hablando de las que están siendo enjuiciadas. Me parece que, en vez de estar siendo utilizadas como en México o como en Brasil para ayudar al país a salir de una crisis de seguridad muy grave, se las tiene ahí arrinconadas y humilladas", planteó el ex presidente en declaraciones a Radio 10.
Las expresiones del ex presidente colisionan con un obstáculo. La participación de las Fuerzas Armadas en la lucha contra la inseguridad fronteras adentro está prohibida por la ley de seguridad interior. Debería reformarse esa norma para que se pudiera realizar el reclamo de Duhalde.
De hecho, los legisladores consultados ayer por LA NACION mantuvieron diferencias a la hora de analizar la propuesta de Duhalde (de lo que se informa por separado).
Además, el ex presidente cuestionó con dureza el manejo oficial de la crisis institucional con el Banco Central por el enfrentamiento con Martín Redrado, acusó a la Casa Rosada de "victimizarse" y cuestionó que Cristina Kirchner no le hubiera dado intervención inmediata al Congreso en el polémico tema.
"Es una idea que pudo haber sido debatida y de la que pudo haber sido interesante conocer la opinión del Parlamento", dijo sobre el Fondo del Bicentenario. "Quienes crean que un Banco Central no tiene que ser autónomo les están abriendo la puerta a todos los embargos que tenemos, lo cual es muy riesgoso como estrategia nacional respecto de nuestras reservas", añadió.
En este contexto, Duhalde cuestionó el apuro oficial por conseguir un pronunciamiento de la Comisión Bicameral que hoy se reunirá en el Congreso para analizar la cuestión. "La Comisión tiene que integrarse con los cinco miembros. No puede dar su veredicto con tres miembros. Menos por el capricho de no convocar [al Congreso] para que se conforme la comisión. Estaría actuando de forma anormal", se quejó.
Partido de la Justicia
Además, Duhalde criticó al Gobierno por haber postulado la existencia de un supuesto "partido de la Justicia" a partir de los fallos adversos para la Casa Rosada en el conflicto por el BCRA. "Es la marca de que el que no está de acuerdo con todo lo que piensa el Gobierno está en la oposición o está detrás de una maniobra desestabilizadora. Son formas absurdas de victimizarse", lanzó.
En tanto, advirtió: "Necesitamos reconciliarnos. Si el próximo gobierno a partir de 2011 sigue siendo un gobierno de pelea, nos vamos a ir al fondo del mar". Y completó: "Todo es enojo o crispación. No hay grises: todo es blanco o es negro".
El ex presidente consideró además que Julio Cobos debe permanecer en la vicepresidencia al menos hasta que oficialice su decisión de pelear por la presidencia en 2011. "Tiene que seguir. En el momento en que esté como candidato, pedirá licencia o renunciará, pero ahora no es tiempo", indicó.
Por otra parte, aseguró que, si decidiera competir en esas elecciones, Néstor Kirchner "no tendría ninguna chance de ganar" y afirmó que va a hacer "todo lo posible" para ello.
Es decir...
- El de CFK es un gobierno “sin consenso”, que emula a Chávez.
- Los argentinos nos debemos una “reconciliación” (cerrar la crisis democrática).
- En vez de esto, se humilla a las Fuerzas Armadas y se avanza sobre la independencia de las instituciones de la República (Justicia y Congreso).
- Las Fuerzas Armadas deben intervenir en cuestiones de seguridad interna.
Conclusión
En la Argentina, un gobierno que no sabe qué hacer, maltrata a la sociedad, y ataca a las instituciones (Justicia, Parlamento, Banco Central).
Éstas, las instituciones (no personas de carne y hueso, por lo tanto no la subjetividad de las personas sino la objetividad de las instituciones republicanas), se defienden.
Quedan dos años de CFK: es mucho tiempo y no va a cambiar (en realidad, aquí queda implícito que el riesgo de los próximos dos años es que se profundicen los cambios, y que por lo tanto la sociedad le dé continuidad a través del voto). Por lo tanto, la oposición la debe destituir.
Pero… ¿cómo hacer esto? ¿Qué camino seguir?
La “lección” (el golpe cívico militar en Honduras) nos dice que debe darse un golpe, justificado por el avance del presidente sobre los otros poderes (Congreso y Justicia). Este avance consiste en querer modificar el status quo, por lo tanto cualquier intento de reforma será un justificativo suficiente. Fuerzas civiles y militares deberán sacrificarse en pos del “orden constituido”, sabiendo que luego serán condenados y así poder “cerrar” la crisis democrática” que alteró dicho “orden”. Hace falta que esto quede reglamentado a nivel regional, por lo cual, se necesita un caso que sacuda el tablero continental y que permita la intervención internacional restauradora.
Las Fuerzas Armadas de nuestro país deben intervenir en este proceso, para lograr “la reconciliación”.
MENSAJE CODIFICADO:
Se debe preparar el escenario para un golpe cívico militar (Parlamento-Corte Suprema-Fuerzas Armadas-Medios Masivos de Comunicación) en la Argentina. Será un sacrificio que ciertos sectores deben realizar, en pos de garantizar el orden establecido, ante la amenaza de que el gobierno de CFK profundice los cambios, emulando al gobierno de Chávez en Venezuela.